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CazzoFilm: el espíritu del underground gay berlinés

17 Sep 2024

En la penumbra de los clubes hedonistas de Berlín se estaba gestando una revolución. Corría el año 1996 y, mientras la ciudad luchaba por redefinirse tras la reunificación, dos visionarios estaban a punto de cambiar para siempre el panorama del ocio gay para adultos. Jörg Andreas y Jürgen Brüning, armados con poco más que una cámara y una visión provocativa, fundaron Cazzo Film, un estudio que llegaría a personificar el espíritu crudo y desinhibido del underground gay berlinés.

"Queríamos mostrar al mundo cómo era el verdadero sexo berlinés", recuerda Andreas, con los ojos brillándole al recordarlo. "No una fantasía desinfectada, sino la realidad descarnada y apasionada de nuestras vidas".

Veinticinco años después, Cazzo Film es un titán en el mundo de la pornografía gay, y su influencia va mucho más allá del entretenimiento para adultos. Cuando el estudio celebra sus bodas de plata, tanto los expertos del sector como los críticos culturales reflexionan sobre su impacto indeleble.

Desde sus inicios, Cazzo se distinguió por una estética inconfundible. Atrás quedaron los chicos californianos bañados por el sol y los escenarios inmaculados del porno gay tradicional. En su lugar había hombres tatuados y con piercings que protagonizaban actos de pasión desenfrenada con fábricas abandonadas y paredes cubiertas de graffiti como telón de fondo.

"Cazzo no sólo hacía porno, sino arte", afirma la Dra. Monika Steffen, profesora de Estudios de Género en la Universidad Humboldt. "Sus películas captaron un momento en el tiempo, un zeitgeist sexual exclusivamente berlinés".

Los primeros lanzamientos del estudio, como "Berlin Techno Dreams" (1998) y "Fucking Art" (2002), desdibujaban las fronteras entre la pornografía y el cine de vanguardia. Estas películas no sólo excitaban, sino que desafiaban la percepción que los espectadores tenían de la sexualidad y el arte.

La voluntad de Cazzo de traspasar los límites se extendió a la elección de sus intérpretes. El estudio se hizo famoso por lanzar las carreras de estrellas poco convencionales que no encajaban en el típico molde del porno. Marcel Schlutt, que alcanzó el éxito como actor y presentador de televisión, atribuye a Cazzo sus comienzos.

"Vieron algo en mí que otros estudios no vieron", dice Schlutt. "Cazzo me permitió ser auténticamente yo mismo, tanto sexual como artísticamente".

Pero la influencia de Cazzo no se limitó al mundo del entretenimiento para adultos. El trabajo del estudio se ha exhibido en festivales de cine y galerías de arte convencionales, suscitando acalorados debates sobre la naturaleza de la pornografía y su lugar en la alta cultura.

En 2005, cuando el prestigioso Instituto KW de Arte Contemporáneo de Berlín incluyó películas de Cazzo en una exposición, se desató una tormenta de polémica. Los críticos censuraron la inclusión de pornografía en un espacio de arte serio, mientras que sus partidarios la aclamaron como una audaz declaración sobre la expresión sexual.

"Aquella exposición obligó a la gente a enfrentarse a sus propios prejuicios sobre el sexo y el arte", afirma el crítico cultural Hans Mueller. "Fue un momento decisivo en cómo vemos el contenido erótico en la esfera pública".

Con la llegada de la era digital, que trajo consigo nuevos retos para la industria del entretenimiento para adultos, Cazzo demostró una notable capacidad de adaptación. Mientras muchos estudios tradicionales se tambaleaban ante los contenidos gratuitos en línea, Cazzo adoptó las nuevas tecnologías, ofreciendo streaming en alta definición y experiencias interactivas.

"Siempre hemos apostado por la innovación", afirma Sven Hartfuss. "Ya sea en las historias que contamos o en la forma en que las ofrecemos a nuestro público, Cazzo se compromete a mantenerse a la vanguardia".

Este compromiso con la evolución es evidente en otros lanzamientos como "Sex Skins ", "Krass" y "Fucking lost", que mantienen la crudeza característica de Cazzo a la vez que exploran nuevos terrenos narrativos y técnicos.

Ahora que Cazzo Film celebra su 28º aniversario, su legado parece seguro. Más que un estudio de cine porno, se ha convertido en una institución cultural, un defensor de la libertad sexual y un cronista de la vida gay en una de las ciudades más dinámicas del mundo.

"Cazzo es Berlín y Berlín es Cazzo", reflexiona el actor Hans Berlin. "Durante 28 años han sido un espejo para nuestra comunidad, mostrándonos nuestros deseos, nuestros miedos, nuestro auténtico yo. Por eso han perdurado cuando tantos otros se han desvanecido".

En un mundo cada vez más aséptico y corporativo, Cazzo Film sigue siendo un bastión de expresión cruda y sin concesiones.

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